Una mujer camina tranquilamente por el reciente
Parque Europa en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. De su mano, un
niño de corta edad y un perro. Se paran a descansar en uno de los bancos, cerca
de la céntrica cascada y rodeados de árboles en flor por la llegada de la
primavera. Ella apoya la cabeza en el respaldo e inspira profundamente mientras
pronuncia: “¡Qué aire más rico, esto es el paraíso!”
La señora está equivocada. Cree que está
respirando puro oxígeno cuando en realidad traga partículas en suspensión. Está
en la cuarta ciudad más contaminada de España. Al menos, así lo reveló hace
unos meses la Organización Mundial de la Salud al publicar la “primera base de
datos mundial sobre calidad del aire”.
Cuando se lo comunico, boquiabierta me
responde: “¡Qué dices! Primera noticia que tengo”. Ella no lo sabía, como
tampoco lo sabía ninguno de los que en ese momento estaban presentes. Un
caballero dice muy contundente que no es posible, “con la de parques y zonas
verdes que ha puesto el ayuntamiento”.
El estudio recoge datos de 2008 y analiza los
microgramos de partículas en suspensión por metro cúbico. Torrejón tiene 39
microgramos, y por delante se encuentran la ciudad de Zaragoza y Sevilla, con
45, y Granada con 40. Madrid capital se halla a mitad de la tabla de datos con
26 microgramos. Las mejores situadas son Logroño, Santiago de Compostela y
Badajoz.
La Organización Mundial de la Salud advierte
que el límite aconsejable para garantizar la salud de los ciudadanos es de 20
microgramos por metro cúbico, por tanto, se trata de un caso preocupante para
los torrejoneros, ya que casi lo dobla.
Los expertos de la OMS consideran que la
contaminación atmosférica es un problema de salud ambiental de gran alcance.
Reducir ese índice de contaminación puede hacer descender la mortalidad. Tener
un índice alto supone un incremento muy importante en enfermedades
cardio-respiratorias, en alergias e incluso en cánceres como el de pulmón.
Una médica de cabecera me cuenta cómo afectan
las partículas en suspensión a las enfermedades cardio-respiratorias. “Las partículas
dispersas en el ambiente y que son respirables se conocen como PM-10. Tienen un
diámetro de unos 0,4 microgramos, lo que facilita que se introduzcan en nuestro
cuerpo y lleguen a los alveolos pulmonales, donde al existir humedad aumentan
de tamaño y producen enfermedades como la bronquitis”.
Aunque los transportes motorizados y las
fábricas sean responsables, la gran parte de la culpa de esta contaminación es
del tráfico de aviones. Los gases que vierten los aviones cambian el balance de
la atmósfera y contribuyen al efecto invernadero. Además, el CO2
puede permanecer en la atmósfera durante centenares de años. Según la Agencia
Europea de Medio Ambiente, las emisiones contaminantes de la aviación han
crecido un 90% desde 1994.
Torrejón cuenta con una base aérea militar
desde los años 50, y el tráfico aéreo que se dirige a la T4 de Barajas pasa
también por la ciudad, a una altura muy baja. “Estás en tu casa tranquilamente
leyendo y de repente se escucha un ruido escandaloso. A veces parece que nos
están bombardeando y a mí eso me pone muy nerviosa”, afirma la señora del
Parque Europa.
Este es otro de los grandes problemas que tiene
la localidad. La contaminación no sólo es ambiental sino también acústica. Hace
tan sólo un mes el ayuntamiento elevó una queja al Ministerio de Medio Ambiente
para que actúe y haga desviar el paso de los aviones del aeropuerto de Barajas
del municipio. El alcalde, Pedro Rollán, pidió el cese de vuelos nocturnos y
una limitación del horario durante el día. Pretende además que se instalen unos
medidores acústicos para estimar el ruido, que se aíslen acústicamente las
viviendas afectadas e incluso compensar a la ciudad de Torrejón con 30 millones
de euros por las molestias causadas hasta ahora.
En el pleno de octubre, el ayuntamiento de
Torrejón aprobó una moción en la que se proponía al Gobierno trasladar la base
aérea militar y así eliminar una parte importante de ruido y contaminación en
el municipio. También se le exigía una compensación económica, al igual que por
el aeropuerto de Barajas, pero esta vez de 600 millones de euros. El Ministerio
de Defensa no atendió siquiera la solicitud de Rollán.
La base aérea, que supone la tercera parte del municipio, no ha pagado nunca por su estancia al mismo. Por ello, el consistorio ha decidido cobrar el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) al Ministerio de Defensa. Hasta el momento, el Ministerio estaba exento de pagar impuestos, pero Pedro Rollán y sus ediles han querido poner fin a esta situación.
Al recinto acceden en ocasiones aviones de
compañías privadas, y existen servicios generales como un campo de golf o un
bolera. La factura de 2008 del IBI, por ejemplo, ascendió a 450.000 euros.
Me pongo en contacto con el concejal de Medio
Ambiente de Torrejón, Valeriano Díaz Baz, para comentar la situación que se
podría calificar de alarmante. Él afirma que “la calidad del aire desde que se hizo el
estudio ha mejorado, aunque lógicamente no podemos darnos por satisfechos. De
todas formas, creemos que desde el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz hemos
hecho todo lo que está a nuestro alcance para paliar este problema que nos
viene dado desde el exterior del municipio. Podemos decir que, en gran medida,
Torrejón soporta la contaminación que otros generan.”
Díaz apunta que la situación geográfica del municipio es
determinante, ya que “Torrejón está situado
en el inicio de un valle junto a la capital. Cuando el aire sopla hacia nuestra
ciudad, las partículas en suspensión de esa tristemente famosa “boina” de
contaminación de Madrid llegan nuestro término municipal y se sitúan sobre
nuestras cabezas, a lo que hay que sumar la generada por el cercano aeropuerto
de Barajas y por la base militar de Torrejón que también contribuye a esta
situación.” Respecto a la base, señala que “limita nuestro desarrollo como
ciudad y supone un peligro real para el municipio el sobrevuelo constante de
aeronaves militares. Hemos pedido en multitud de ocasiones su traslado.”
El edil se muestra satisfecho con su trabajo, y recuerda que
“hemos creado o reformado en cuatro años 50 parques y construido sobre lo que
era una escombrera un gran pulmón verde que es el Parque Europa, que cuenta con
5.000 árboles y miles de plantas y que no sólo es un emblema de la ciudad sino
la gran zona verde que necesitaba un municipio tan contaminado como el nuestro.
Además, se han creado más de 16.000 plazas de aparcamiento, lo que contribuye a
reducir la emisión de gases de los automóviles, ya que los estudios
especializados indican que muchos de los coches que circulan por una ciudad
están buscando estacionamiento: si facilitamos aparcar, facilitamos que
contaminen menos.”
Valeriano Díaz no puede, aunque le pese, garantizar en
Torrejón una buena calidad de vida porque “la calidad del aire ha mejorado pero
al depender de factores externos a la propia ciudad es difícil garantizar nada.
Aún así, en los últimos años -recalca- hemos mejorado mucho.”
Está claro que el ayuntamiento está haciendo
todo lo posible para arreglar la situación, pero mientras se trata de luchar
contra el Gobierno para desviar los aviones o se buscan al menos compensaciones
económicas sin éxito, 120.000 personas siguen inmersas en esta burbuja de
partículas en suspensión, intentando respirar en la cuarta ciudad española con
mayor contaminación. Poco a poco, Torrejón se asfixia.