viernes, 25 de mayo de 2012

Entrevista a Llum Barrera


“Siempre hemos visto la versión masculina de la guerra y del franquismo, pero no la de la mujer. Y mucho menos enfocada con ironía y humor”

La actriz Llum Barrera está de enhorabuena por el gran éxito de la obra  de teatro en la que actualmente trabaja El manual de la buena esposa.

Mallorquina, estudió Periodismo e Interpretación en Barcelona y lleva 13 años viviendo en Madrid.

Ha participado en numerosas series de televisión de gran éxito como Hospital Central, Siete Vidas, El comisario o Aquí no hay quien viva. Es simpática, trabajadora, y con mucho sentido del humor.

¿Cómo definirías “El manual de la buena esposa”?

Es una comedia con mucho ritmo y muy buenos temas dentro de lo que era la Sección Femenina. Te hace pensar sobre lo que fue la historia de la mujer en este país durante los tiempos del franquismo y la guerra.

¿Cómo te comunican que te dan el papel y cuál es tu reacción?

En mi caso fue un proceso largo. Hace más de un año Quino Falero, el director, me llamó para contarme el proyecto y a mí me pareció un tema muy atractivo a la par que arriesgado. Siempre hemos visto la versión masculina de lo que fue la guerra y el franquismo, pero la visión de la mujer así tan cruda nunca la habíamos visto, y mucho menos enfocada con esta ironía y este humor que el público se lo podía tomar bien o mal. Nos costó conseguir un teatro, pero al final contamos con el Teatro Lara, estrenamos con bastante miedo y a las dos semanas ya se vio que esto era un bombazo. Vimos que la gente incluso repetía y compraba entradas para sus madres, tías, abuelas… Incluso vienen autobuses de mujeres que lo han vivido y se lo pasan bomba.

Todo ese “bombazo” ha llegado nada menos que a las 100 funciones…

Sí, la semana pasada. Además, nos dijeron que continuábamos todo el verano, la temporada que viene... Sí, sí, ¡va a ser duro! (risas). Mientras el público quiera aquí estaremos. Es una suerte poder estar también en la cartelera de Madrid, que realmente hay tortas para entrar, y tener trabajo.

¿Cuál crees que ha sido la clave de este gran éxito?

Yo creo que en primer lugar la época en que vivimos las comedias son muy agradecidas. La gente hace el esfuerzo de comprar una entrada y se lo pasa muy bien. Dura hora y media, que eso también se agradece, y no tienes rato para mirarte el reloj y decir “ah, ya debe de quedar poco”. Tiene un ritmo muy rápido, escena tras escena, y todas empiezan muy arriba y te hacen pensar mucho, pero luego, porque durante la obra no te da tiempo a pensar. (risas)

¿Cómo es trabajar con Mariola Fuentes y Natalia Hernández?

Ellas son unas locas de la vida, lo cual a mi me viene muy bien porque yo también estoy muy pirada y ahí nos equilibramos. En esta escena yo estoy más loca, en la siguiente ellas más, en la siguiente las tres estamos muy locas… (risas) Tenemos las tres un sentido del humor muy parecido y una manera de trabajar muy metódica. No queremos ser una más graciosa que la otra, que eso es lo peor que puede pasar en comedia.

Si tuvieras que quedarte con una escena de toda la obra…

Yo creo que una de las más alabadas y comentadas es la de la folclórica (una cantante en un casting que se le censura la letra) de las guindas. Para mi sorpresa también ha gustado mucho la escena de Massiel, que es una chorrada que nos inventamos para hacer la transición, y encima es playback. (risas)

Pero en la parte de la folclórica sí que cantas en directo y bailas, y te defiendes muy bien... ¿De dónde te viene ese arte?

Pues realmente no lo sé, porque soy de Mallorca, hija de salmantino y de cacereña… Pero siempre los amigos de Sevilla me dicen: “es que tú pareces del mismo Sevilla” (con acento andaluz y bromeando). Desde pequeña me gusta la copla. Llevo muchas obras que me piden cantar y a mí me encanta. No me considero cantante pero sí una actriz que canta.

¿Crees que hubieses aguantado en esa época de represión contra la mujer?

Creo que como todas. Hecha la ley hecha la trampa. Inventándote metáforas y figuras retóricas para hablar de lo que realmente querías hablar, como Rocío Jurado cuando cantaba el clavel y en realidad era… (risas) Todo para salvar a los tontos-lerdos de la censura. Eran tan absurdo todo… Y desde luego, la posición de la folclórica aún se lo podía tomar más a guasa que la ama de casa que tenía que cumplir un manual para tener contento al marido. Eso me parece terrible. Si hubiera una hecatombe nuclear las mujeres y las cucarachas sobreviviríamos. (risas)

¿En la actualidad existe esa censura en los guiones, por ejemplo?

La censura la seguimos viviendo. La tiranía del productor o el directivo de televisión que igual en su vida ha visto un guión y de repente te lo cambia todo. Igual mete a una niña de 16 años y a una madre, que debería de tener mínimo 35, pues que tenga también 22. Esto es la censura de nuestros días, que sobre todo vivimos las mujeres. Yo he leído cosas muy buenas que luego se han cargado…

¿Algún error durante las obras? Porque 100 funciones dan para mucho…

Errores hay todos los días. Toses, te equivocas, se te va la letra… Y en ese momento te inventas lo que crees que tiene más sentido. La compañera te mira con cara de circunstancia… Pero creo que eso hace grande el teatro. La gente habla y espera que le contestemos pero no es así…

¿La gente llega a hablaos?

Sí, sí. Cuando yo le digo a la niña “¿Tú sabes lo que es el tabor?”, las señoras responden “¡Yo sí!”, “¡No!”, “¡Pues tampoco lo va a saber!” (risas)

Lo único, ¿llega a aburrir representar un día tras otro, mes tras mes, el mismo guión?

Esa es la eterna pregunta del teatro. Intentas que no, pero no negaré que el máximo que he estado con una función han sido dos años, y ahí ya no sabes que más investigar de tus personajes… En esta obra tenemos mucha suerte porque hacemos ocho personajes cada una, y eso da más juego. Con El manual… podré aguantar fácilmente hasta dos años.

Además de en teatro, has participado en series de televisión como “Aquí no hay quien viva”. ¿Cómo la recuerdas?

Nos lo pasamos muy bien. Yo estuve tres temporadas y hasta ahí llegamos. Aquello era un ritmo de trabajo insoportable, de muchísimas horas. Se podría decir que fue un poco caos la planificación de producción de esa serie, porque no se paró en ningún momento durante tres años. Fue una locura sobre todo para los guionistas, que no daban abasto. Pero, a pesar de todo, yo recuerdo que nos lo pasábamos bomba. A mí me vino muy bien porque fue la primera serie nacional en la que me dieron un papel con continuidad. Además, como la siguen emitiendo parece que sigues grabando y algunas personas te preguntan que cuándo hacemos la siguiente temporada. (risas)

¿Y eres de las que luego le da vergüenza verse?

Pues no te creas que lo paso muy bien. En teatro como lo haces y no te ves… Notas por el público cuándo lo haces mejor o peor, pero en la tele no sabes cómo has grabado. En cine es mucho peor, porque ruedas un año antes de ver la película.


¿Son duras las críticas?

Yo tengo la suerte de que suelo caer bien a la gente. Pero evidentemente, siempre hay gente que te critica porque no sigues el canon de belleza que ellos querrían, porque no les gusta la manera que tienes de hacer humor… Tenemos que convivir con ello.

Lo que mucha gente desconoce es que eres licenciada en Periodismo. ¿Cómo una periodista decide meterse en el mundo de la interpretación?

Porque me aburría un poco. Yo quería hacer radio, y estuve haciendo las prácticas en Radio Barcelona, pero cuando se acabaron yo veía un camino tan largo encerrada en la redacción que probé suerte y descubrí que era mi verdadera vocación. Luego me vino muy bien mis nociones de periodista porque a raíz de ser actriz presenté programas de televisión en Baleares.

Te vemos siempre encasillada en papeles cómicos. ¿Es agradable para ti?

Yo tengo una gran suerte que es tener vis cómica, y si por estar encasillada me dan trabajo, bendito sea el señor. Lo triste es que no vean de lo que eres capaz. Al principio no me llamaban para hacer una cosa dramática, pero ahora ya sí. Y me gusta, porque también es aburrido hacer siempre de graciosa.

¿Descartas volver al periodismo?

Yo no descarto nada. Siempre que puedo hago colaboraciones en radio y prensa.

¿Si tuvieras que elegir entre televisión, teatro o cine?

No. Una cosa no. Soy un culo inquieto y cuando llevo ya un tiempo haciendo una cosa, quiero otra. No sabría vivir sin ninguna de las tres cosas.

¿Tiempo libre?

Poco. Y dedicado a mi hijo de dos años. Luego de mayor se pondrá un piercing y dirá que es todo culpa mía. (risas)

¿Qué te dice tu familia cuando te ve actuar?

Para mi familia soy la mejor. Mis hermanos me critican mucho cuando voy a algún concurso de televisión porque no suelo acertar. Yo les digo que he nacido para ser comparsa, no concursante. (risas)

¿Próximos proyectos en mente?

Seguir con El manual de la buena esposa a ver cuánto aguantamos, y quizás luego ir de gira. Este verano también me toca grabar la segunda temporada de Pulseras rojas en TV3. Y de momento, poco más. El resto está en el aire. Esperamos que vuelva un poco el optimismo. La gente que tenía dinero sigue teniéndolo. Que lo invierta en cultura. También estos tiempos sirven para agudizar el ingenio y situar a cada uno en su sitio. No hace falta un decorado de 30 millones de euros. Con 3.000 se hacen cosas muy bonitas. Así que ahora se valora más la creatividad que el dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario