Trapos sucios es la adaptación de un teatro a
novela del escritor inglés David Lodge. En ella, se cuenta la historia de
Adrian Lodlow, un novelista conocido ya retirado, autor de una obra maestra y
obligatoria para los estudiantes, que vive en una casa junto a su mujer en el
campo.
Adrian
recibe la visita de Sam Sharp, amigo de la universidad, ahora convertido en un
escritor de gran fama. Sam está enfadado
porque Fanny Tarrant, una periodista conocida por ser frívola y retorcida, le
ha hecho una entrevista y la ha publicado, sacando sus trapos sucios a relucir.
Por ello, convence a su amigo para planear una venganza contra la periodista:
Adrian dejará que le haga una entrevista cuando en realidad sea ella la
entrevistada y obtener lo peor de para escribir un artículo como los que ella
hace. Al final la cosa no sale según lo planeado y la mujer de Adrian, enfadada
con él, le cuenta a Fanny un secreto de
su marido: el por qué dejó verdaderamente de escribir.
A
través de esta historia tan amena y divertida, Lodge pretende mostrar todos los
secretos del género de la entrevista, así como hacer reflexionar sobre el
comportamiento de los medios de comunicación en la actualidad, que utilizan las
entrevistas para criticar y humillar a ciertas personas.
El
personaje de Adrian hace referencia a la entrevista como “un trueque en el que
el entrevistador obtiene material y el entrevistado publicidad”.
Algunos
de los consejos que se dan en la obra a través de los personajes son:
-El
periodista debe de mostrar tranquilidad para que el entrevistado esté cómodo y
se exprese tal y como es.
-Debe
estar el periodista documentado sobre el personaje a entrevistar para poder
realizar las preguntas oportunas.
-Es
bueno tener grabada la entrevista por si hubiese malentendidos, y comunicar al
entrevistado que se está haciendo uso de la misma. Ante todo, pruebas para
poder demostrarlo.
-La
entrevista tiene que ser un diálogo entre ambos, no un interrogatorio.
-Hay
que intentar dar el mismo sentido a las declaraciones del entrevistado que en
el momento en que se produjeron, sin que pierdan su esencia.
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