martes, 28 de febrero de 2012

Fotógrafo de guerra


Fotógrafo de guerra es una película documental que muestra cómo es el trabajo diario de un fotoperiodista. En concreto, de James Nachtwey, considerado uno de los mejores fotoperiodistas del mundo, y que ha sido galardonado cinco veces con el premio “Robert Capa”, así como con el “Word Press Photo” a mejor fotografía del año en 1992.

La película, dirigida por Christian Frei y nominada al Premio Oscar en 2002, comienza con una frase de Robert Capa: “Si tus fotos no son buenas, es porque no te has acercado lo suficiente”.
Se define la figura del fotoperiodista como alguien solitario, que necesita meterse en su papel y centrarse, aislándose del resto del mundo.

La fotografía ha sido testigo de muchos sucesos y, en ocasiones, ha servido para contradecir lo que decían los políticos, por ejemplo, sobre la Guerra de Vietnam.

Para el protagonista, su trabajo es “como el teatro, sólo que estando en el propio escenario”. Y el escenario más importante para él han sido las hambrunas.

Nachtwey asegura que siente rabia, frustración, emoción… Y todo eso intenta reflejarlo en sus fotografías. Por eso, no quiere que éstas se observen como obras de arte, sino como una forma de comunicación.

“Si todos pudieran ver alguna vez por sí mismos un disparo, una guerra, una hambruna… Pero como todo el mundo no puede ir, ahí estamos nosotros”. Ese es el trabajo del fotoperiodista: acercar al mundo aquello que se le escapa, que no puede ver. Un trabajo que si no lo hacen ellos, ¿quién lo hará?

Se cuenta también cómo los señores de la guerra no aprecian a los fotógrafos, porque muestran lo que realmente sucede. Señores que pretenden hacer creer al mundo acciones que no han acontecido, ocultar asesinatos, abusos de poder...

El protagonista no concibe la idea de que un anuncio de Rolex se publique junto a la imagen de una guerra o miseria. Y es algo que sucede habitualmente.

“Y lo peor de todo, concluye Nachtwey, es que como fotógrafo me aproveche de las desgracias ajenas”. Muchos cuestionan el trabajo del fotoperiodista por la ética que siguen, pues algunos anteponen el futuro éxito a la solidaridad humana. Es difícil imaginar que una persona esté viendo cómo otra se muere de hambre, está siendo asesinada o pasando una desgracia y se aproveche de ello, limitándose a sacar una instantánea que luego será portada de un periódico o revista, por el mero hecho de obtener un beneficio material.

Pero James Nachtwey termina advirtiendo: “yo siempre lo hago desde el respeto”.