miércoles, 4 de enero de 2012

China: potencia económica e inhumana


El pasado mes de diciembre, Informe Semanal emitía “Sombras de la nueva China”, un reportaje en el que se puede observar la precaria situación humana a la que son sometidas millones de personas día a día.

China es el tercer país más grande del mundo, así como el más poblado, con unos 13 339 724 854 habitantes. Debería de haber, por tanto, un control riguroso de los Derechos Humanos, en proporción con estos habitantes, pero por desgracia, las libertades y los derechos brillan por su ausencia.

Parece imposible que pertenezca a la Organización de la Naciones Unidas, puesto que ésta defiende el Derecho Internacional, la paz y seguridad, los asuntos humanitarios y los derechos humanos, entre otros.

Es una vergüenza que se den a diario casos de encarcelamientos y torturas por el mero hecho de expresar una opinión.

En el reportaje, se cuenta el testimonio de Han Dongfang, sindicalista implicado en el movimiento democrático de Tian’anmen, que pasó dos años en prisión acusado de subversión al estado, y sin tener tan siquiera un juicio.

El Gobierno chino inventa cargos que le sirven de coartadas para meter en la cárcel a quien no esté de acuerdo con sus ideales.

Así, entre 1997 y 2001, cada año se llevaron a cabo 15 000 ejecuciones, toda una barbarie para la segunda economía y potencia comercial más grande del mundo, que aspira en 2016 a superar incluso a EEUU.

Otro caso es también el de Ching Cheong, un periodista que pasó 1000 días encarcelado sin juicio, y aislado completamente del exterior, al igual que el resto de la población china lo está respecto del mundo. Cheong fue acusado de amenaza a la seguridad nacional por espiar para Taiwán, pero en realidad el motivo era publicar artículos que criticaban parcialmente a las autoridades. Lo que en países como España es algo normal y habitual, en otros puede convertirse en un grave delito que puede costarle a uno la vida.

“En China, las políticas están hechas para ser acatadas, no criticadas”, decía una mujer. Una triste pero real situación.

Aún así, organizaciones como Amnistía Internacional luchan por evitar estas tremendas injusticias. Gente como el sindicalista anterior, que ahora reside en Hong Kong, único sitio para poder expresarse libremente, y ha montado una radio en la que denuncia casos de abusos a los trabajadores.

Gracias a estas personas, poco a poco se va mejorando la situación, porque se ha pasado, por ejemplo, de 60 000 protestas al año a 100 000. Pero aún queda mucho por hacer. Es también parte de nuestra responsabilidad como periodistas el denunciar estos casos de injusticias en el mundo. Se trata simplemente de ser humano.


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